Envejecimiento saludable, una oportunidad para todos

Envejecimiento

Siempre hemos hablado del envejecimiento como un fenómeno creciente de alto impacto en la sociedad, pero las cifras actuales son mucho más contundentes y nos llevan a pensar que ya es una realidad. En el último censo en Colombia del año 2018, más del 13% de la población tenía 60 o más años y este fenómeno de crecimiento es rápidamente progresivo, como se puede ver en la siguiente gráfica de las naciones unidas, donde para el 2100 estas personas representarán cerca del 40% del total de la población.

Una de las preocupaciones más relevantes en la comunidad científica es la posible relación que existe entre la edad y las enfermedades dependientes de la misma, tales como las cardiovasculares o las demencias, entre muchas otras. La buena noticia está en que los programas de prevención y promoción han mostrado ya resultados positivos, evitando o previniendo algunas de estas patologías, dando lugar a un término denominado “compresión de las enfermedades”.

Envejecimiento saludable

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desarrollado el concepto de envejecimiento saludable, basado en evidencias científicas y es así como actualmente promueve una herramienta de evaluación llamada ICOPE por sus siglas en inglés o AIPM en español (Atención Integrada a las Personas Mayores). Podemos decir que es una guía para que los proveedores de salud ayuden a desarrollar y llevar a cabo una atención integral centrada en la persona.

La guía AIPM incorpora el enfoque en la optimización de capacidades intrínsecas del individuo y habilidades funcionales como claves para un envejecimiento saludable y ofrece vías de atención para manejar las condiciones de riesgo, a través de cinco dominios: capacidad locomotora o de movimiento, vitalidad definida como nutrición, capacidad sensorial (visión y audición), cognición, y capacidad psicológica o afecto, traducida como depresión.

La intervención en estas cinco entidades ha demostrado ser muy eficiente para lograr un envejecimiento activo, participativo y saludable, tal como se resume en la siguiente gráfica.

  • Sensorial: La pérdida de la visión y la audición son las dos entidades modificables de mayor éxito para mantener la capacidad intrínseca del individuo y por ende la funcionalidad. Entre ellas se destaca la corrección de cataratas con lentes intraoculares y la formulación de audífonos y su correspondiente rehabilitación.
  • Movilidad: Es una de las estrategias más exitosas y básicamente consiste en hacer actividad física y caminar, buscando como fin primario poder realizar las actividades de la vida diaria. Varios estudios han demostrado que luego de los 80 años, es la pérdida de la funcionalidad y no la presencia de enfermedades, lo que precipita o acelera la muerte.
  • Movilidad: Es una de las estrategias más exitosas y básicamente consiste en hacer actividad física y caminar, buscando como fin primario poder realizar las actividades de la vida diaria. Varios estudios han demostrado que luego de los 80 años, es la pérdida de la funcionalidad y no la presencia de enfermedades, lo que precipita o acelera la muerte.
  • Psicológica: Son muchas las intervenciones que se pueden hacer a este nivel, pero la de mayor impacto y mejor resultado es el tratamiento integral de la depresión. Cerca del 20% de los adultos mayores tienen trastornos del afecto y su diagnóstico y detección es fundamental para tratarlos adecuadamente y lograr envejecer sanamente.
  • Vitalidad: Este tema hace referencia a la nutrición y sabemos que cerca del 40% de las personas mayores que viven en la comunidad tienen desnutrición o están en riesgo de padecerla. Debemos recordar que las personas adultas mayores requieren menos calorías, pero más proteínas.
  • Cognición: Es el aspecto más preocupante y quizás más relevante. Sabemos que no hay cura para las demencias y los tratamientos actuales son de bajo impacto, pero es muy alentador una reciente publicación llamada “The Lancet commissions” donde se habla del modelo de intervención a lo largo de la vida sobre factores de riesgo modificables que disminuyen la posibilidad de tener demencia hasta en un 35%, tal cual se ve en la siguiente gráfica.

Dado que estos datos están en inglés, lo podemos resumir de la siguiente manera:

  • En edades tempranas, una buena educación reduce en un 8% la posibilidad de tener demencia.

  • En edades medias, intervenciones que disminuyen el riesgo de demencias se centran en audición 9%, control de la hipertensión 2% y disminución de la obesidad, 1%

  • En edades avanzadas las cifras son: dejar de fumar 5%, tratamiento de la depresión 4%, actividad física 3%, aislamiento social 2% y diabetes 1%.

En resumen, son muchas las oportunidades que tenemos a lo largo de la vida para lograr un envejecimiento saludable: es hora de actuar en quienes nos rodean y en nosotros mismos.

* Si desea poner en práctica algunas de estas sugerencias, recuerde hacerlo siempre con el acompañamiento y la supervisión de su médico y del equipo de proveedores de sus servicios de la Salud.

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Envejecimiento saludable, una oportunidad para todos

Envejecimiento

Siempre hemos hablado del envejecimiento como un fenómeno creciente de alto impacto en la sociedad, pero las cifras actuales son mucho más contundentes y nos llevan a pensar que ya es una realidad. En el último censo en Colombia del año 2018, más del 13% de la población tenía 60 o más años y este fenómeno de crecimiento es rápidamente progresivo, como se puede ver en la siguiente gráfica de las naciones unidas, donde para el 2100 estas personas representarán cerca del 40% del total de la población.

Una de las preocupaciones más relevantes en la comunidad científica es la posible relación que existe entre la edad y las enfermedades dependientes de la misma, tales como las cardiovasculares o las demencias, entre muchas otras. La buena noticia está en que los programas de prevención y promoción han mostrado ya resultados positivos, evitando o previniendo algunas de estas patologías, dando lugar a un término denominado “compresión de las enfermedades”.

 

Envejecimiento saludable

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha desarrollado el concepto de envejecimiento saludable, basado en evidencias científicas y es así como actualmente promueve una herramienta de evaluación llamada ICOPE por sus siglas en inglés o AIPM en español (Atención Integrada a las Personas Mayores). Podemos decir que es una guía para que los proveedores de salud ayuden a desarrollar y llevar a cabo una atención integral centrada en la persona.

La guía AIPM incorpora el enfoque en la optimización de capacidades intrínsecas del individuo y habilidades funcionales como claves para un envejecimiento saludable y ofrece vías de atención para manejar las condiciones de riesgo, a través de cinco dominios: capacidad locomotora o de movimiento, vitalidad definida como nutrición, capacidad sensorial (visión y audición), cognición, y capacidad psicológica o afecto, traducida como depresión.

La intervención en estas cinco entidades ha demostrado ser muy eficiente para lograr un envejecimiento activo, participativo y saludable, tal como se resume en la siguiente gráfica.

  • Sensorial: La pérdida de la visión y la audición son las dos entidades modificables de mayor éxito para mantener la capacidad intrínseca del individuo y por ende la funcionalidad. Entre ellas se destaca la corrección de cataratas con lentes intraoculares y la formulación de audífonos y su correspondiente rehabilitación.
  • Movilidad: Es una de las estrategias más exitosas y básicamente consiste en hacer actividad física y caminar, buscando como fin primario poder realizar las actividades de la vida diaria. Varios estudios han demostrado que luego de los 80 años, es la pérdida de la funcionalidad y no la presencia de enfermedades, lo que precipita o acelera la muerte.
  • Psicológica: Son muchas las intervenciones que se pueden hacer a este nivel, pero la de mayor impacto y mejor resultado es el tratamiento integral de la depresión. Cerca del 20% de los adultos mayores tienen trastornos del afecto y su diagnóstico y detección es fundamental para tratarlos adecuadamente y lograr envejecer sanamente.
  • Vitalidad: Este tema hace referencia a la nutrición y sabemos que cerca del 40% de las personas mayores que viven en la comunidad tienen desnutrición o están en riesgo de padecerla. Debemos recordar que las personas adultas mayores requieren menos calorías, pero más proteínas.
  • Cognición: Es el aspecto más preocupante y quizás más relevante. Sabemos que no hay cura para las demencias y los tratamientos actuales son de bajo impacto, pero es muy alentador una reciente publicación llamada “The Lancet commissions” donde se habla del modelo de intervención a lo largo de la vida sobre factores de riesgo modificables que disminuyen la posibilidad de tener demencia hasta en un 35%, tal cual se ve en la siguiente gráfica.

Dado que estos datos están en inglés, lo podemos resumir de la siguiente manera:

  • En edades tempranas, una buena educación reduce en un 8% la posibilidad de tener demencia.

  • En edades medias, intervenciones que disminuyen el riesgo de demencias se centran en audición 9%, control de la hipertensión 2% y disminución de la obesidad, 1%

  • En edades avanzadas las cifras son: dejar de fumar 5%, tratamiento de la depresión 4%, actividad física 3%, aislamiento social 2% y diabetes 1%.

En resumen, son muchas las oportunidades que tenemos a lo largo de la vida para lograr un envejecimiento saludable: es hora de actuar en quienes nos rodean y en nosotros mismos.

* Si desea poner en práctica algunas de estas sugerencias, recuerde hacerlo siempre con el acompañamiento y la supervisión de su médico y del equipo de proveedores de sus servicios de la Salud.

 

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