Carta a los hijos que tienen papás

Carta a los hijos que tienen papás

Carta a los hijos que tienen papás

Sin destinatario

Sin fecha

Sin lugar

Para alguien que ama lo que tiene

Hola, soy hija, pero con mamá y papá muertos, pero lo mejor, es que soy médica de los papás de algunos que me llaman a decir que los mejore o que los cuide.

Por eso no sé qué es no poder verlos y abrazarlos, teniéndolos vivos, pero sí sé que es perderlos y nunca más volverlos a ver ni a abrazar.

Estamos en medio de una situación nunca vista o por lo menos in-imaginada y lo peor, en medio de toda la tecnología, de todo lo que está estudiado y analizado y no sabemos en realidad qué pasa, cómo pasa y por qué pasa.

Únicamente sabemos que llegó a hacernos daño, pero el daño no solo lo hace el famoso virus: el peor daño lo hacen la ignorancia y la osadía que van de la mano de la sobreinformación.

Claro, no sabemos nada y creemos que sabemos mucho; por eso, solamente les diré lo que hemos logrado observar en las personas que hacen parte del grupo al cual cuido. Estas personas que son mayores o viejas han recorrido casi 70, 90 y muchos más años de su vida, y durante este recorrido han cambiado y se han llenado de diferentes situaciones o de daños en su cuerpo; por eso son frágiles, sí, muy frágiles.

Su mecanismo de defensa se ha bajado, su condición física se ha comprometido, esto hace que reaccionen de forma diferente ante las enfermedades.

Casi nunca, por no decir que es muy raro, hacen fiebre, los cambios se dan porque les da más sueño, se desubican, se cansan más de la cuenta, pero es muy raro que presenten los signos o síntomas como se describen en las enfermedades.

Con este virus, han presentado cosas diferentes y por eso muchos no han sido diagnosticados como se debe: simplemente se mueren “por la edad” por una complicación” etc., y ante la dificultad de hacer pruebas, no se realizan en ellos ya que tenemos poblaciones de mayor urgencia o simplemente se viven los procesos en las casas. Yo considero que es de sabios no trasladarlos, al menos en estado de dificultad respiratoria, sin previa enfermedad pulmonar.

Por esto, no puse fecha, ni me dirigí a alguien en especial. Porque creo que quien lea esto entenderá el altísimo riesgo de querer ver a los papás: Si no te queda claro, quiero que sepas que cada vez que sales por el ascensor de tu casa, ya tienes el riesgo de 7 contactos; cuando vas al supermercado, sumas otros 7; cuando vas al banco, es menor, solo 5; pero así vas sumando hasta llegar a 21 el riesgo de tener contacto con el virus. Si ves esto, cuando llegues donde tus papás, les sumas otros 7 del ascensor de ellos y les llegas con más o menos 26 posibilidades de riesgo de contagios.

¿No has salido? Bueno, pero ¿tu empleada con quién ha hablado?, ¿tus hijos?, ¿tu rondero o portero?, ¿el policía que te pidió la cédula? Como ves, son muchas las oportunidades de llevarles una buena dosis de virus a tus papás.

No creas que te las sabes todas, no salgas y no vayas, ¿tienes permiso para salir? Sí y me alegro, pero no tienes permiso para entrar, esa es la diferencia.

Vuelvo y te digo, ya que los tienes, no generes la forma de no poderlos abrazar; crea la manera de esperar este abrazo cuando esto termine, no termines tú con ellos antes.

Yo quiero volver a ver a mis pacientes, no sé si tú quieras volver a ver a tus papás.

Un besito

María Francisca Echeverri

MD geriatra

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Sin destinatario

Sin fecha

Sin lugar

Para alguien que ama lo que tiene

Hola, soy hija, pero con mamá y papá muertos, pero lo mejor, es que soy médica de los papás de algunos que me llaman a decir que los mejore o que los cuide.

Por eso no sé qué es no poder verlos y abrazarlos, teniéndolos vivos, pero sí sé que es perderlos y nunca más volverlos a ver ni a abrazar.

Estamos en medio de una situación nunca vista o por lo menos in-imaginada y lo peor, en medio de toda la tecnología, de todo lo que está estudiado y analizado y no sabemos en realidad qué pasa, cómo pasa y por qué pasa.

Únicamente sabemos que llegó a hacernos daño, pero el daño no solo lo hace el famoso virus: el peor daño lo hacen la ignorancia y la osadía que van de la mano de la sobreinformación.

Claro, no sabemos nada y creemos que sabemos mucho; por eso, solamente les diré lo que hemos logrado observar en las personas que hacen parte del grupo al cual cuido. Estas personas que son mayores o viejas han recorrido casi 70, 90 y muchos más años de su vida, y durante este recorrido han cambiado y se han llenado de diferentes situaciones o de daños en su cuerpo; por eso son frágiles, sí, muy frágiles.

Su mecanismo de defensa se ha bajado, su condición física se ha comprometido, esto hace que reaccionen de forma diferente ante las enfermedades.

Casi nunca, por no decir que es muy raro, hacen fiebre, los cambios se dan porque les da más sueño, se desubican, se cansan más de la cuenta, pero es muy raro que presenten los signos o síntomas como se describen en las enfermedades.

Con este virus, han presentado cosas diferentes y por eso muchos no han sido diagnosticados como se debe: simplemente se mueren “por la edad” por una complicación” etc., y ante la dificultad de hacer pruebas, no se realizan en ellos ya que tenemos poblaciones de mayor urgencia o simplemente se viven los procesos en las casas. Yo considero que es de sabios no trasladarlos, al menos en estado de dificultad respiratoria, sin previa enfermedad pulmonar.

Por esto, no puse fecha, ni me dirigí a alguien en especial. Porque creo que quien lea esto entenderá el altísimo riesgo de querer ver a los papás: Si no te queda claro, quiero que sepas que cada vez que sales por el ascensor de tu casa, ya tienes el riesgo de 7 contactos; cuando vas al supermercado, sumas otros 7; cuando vas al banco, es menor, solo 5; pero así vas sumando hasta llegar a 21 el riesgo de tener contacto con el virus. Si ves esto, cuando llegues donde tus papás, les sumas otros 7 del ascensor de ellos y les llegas con más o menos 26 posibilidades de riesgo de contagios.

¿No has salido? Bueno, pero ¿tu empleada con quién ha hablado?, ¿tus hijos?, ¿tu rondero o portero?, ¿el policía que te pidió la cédula? Como ves, son muchas las oportunidades de llevarles una buena dosis de virus a tus papás.

No creas que te las sabes todas, no salgas y no vayas, ¿tienes permiso para salir? Sí y me alegro, pero no tienes permiso para entrar, esa es la diferencia.

Vuelvo y te digo, ya que los tienes, no generes la forma de no poderlos abrazar; crea la manera de esperar este abrazo cuando esto termine, no termines tú con ellos antes.

Yo quiero volver a ver a mis pacientes, no sé si tú quieras volver a ver a tus papás.

Un besito

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